Alexia caminaba con una pesada bolsa pagando sus culpas, en la primera que visitamos no aceptaban ese tipo de mercancía, mas yo estaba segura que en la próxima nos la quitarían de las manos, pensábamos pedir una buena cantidad, además estaba casi nuevo, bueno una sola puesta aunque realmente este tipo de prenda se usa una sola vez, ella exageraba al decir que estaba pagando, pero a mi juicio ella ya había pagado demasiado. En la acera llena de peatones, me dio por preguntar por el causante de las culpas, no tenía muchas referencias, pensé que no quería hablar, pero ella misma me dio a entender que era etapa superada. En la segunda tienda después de caminar una pequeña cuesta tampoco aceptaban la mercancía. Nos dieron referencia de una tienda en Sabana Grande, pero de solo imaginar el troper de gente a pleno medio día las ganas de conseguir un dinero extra se estropearon, además no era seguro, sabíamos que alquilaban pero no que compraban. Decidimos regresarnos a la oficina, no sin antes pasar por una sastrería, ahora yo ayudaba a Alexia a cargar con sus culpas, cuando llegamos al pequeño edificio estilo anos setenta, nos dio por subir las escaleras, el ascensor parecía más bien una pieza de antigüedad. Nos abrieron la puerta mediante un timbre, el lugar no escapaba de la época, mas sin embargo la música pegajosa le daba visos de no querer sucumbir por completo. Alexia preguntó y otra vez hubo un No. Antes de retirarnos la chica nos dijo que mejor nos remitiéramos a las paginas amarillas por que eso de caminar sin referencia alguna no era lo mas idóneo, le mire la cara a Alexia y le pregunté por el estado real de mi maquillaje y mi cabello, ¿Como sabia la chica que queríamos deshacernos de tanta culpa?, todo estaba en su sitio, ¿acaso seria la cara de desesperación de no querer aceptar un no por respuesta? Nos fuimos pensando en la sugerencia o en dejarlo en una tienda sin que nos dieran nada por el. Llegamos a la oficina, comimos y me retire a mi sitio de trabajo, Alexia llego a mi puesto y me comento que en Chacao lo aceptaban a consignación. Esa era una buena opción, cuando le hablé de ¿que tal si me lo pruebo?, su mente voló y casi me hace una fiesta, era simple curiosidad además nunca me había medido uno, ni por chiste. Me tomó la palabra y lo dejó debajo de su escritorio, me preguntó si me ilusionaba hacerlo, le dije que solo quería probar que no era algo que yo realmente soñaba, claro desde pequeña la idea de salir de casa vestida de blanco es un chip que vas alejando de la vida a medida que vas conociéndote y conociendo la complejidad del ser humano, no me lo probé, solo lo vi y me pareció encantador, así que el vestido de novia fue a parar a una tienda por consignación mientras alexia preparaba su próxima boda sin culpas y llena de gracia.
Caracas, 7 de septiembre de 2006.
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